Primero conocí al hombre, luego me puse en la tarea de conocer al poeta. Por extraña casualidad esa mañana, aun sin conocernos, compartimos una cabina de radio, él iba a lo suyo, la poesía; yo a lo mio, el cine. Nadie pensó en un segundo encuentro, sin embargo esa misma tarde ocurrió.
El balance fue la dedicatoria amable de un libro que guardé en mi mochila, una palabra nueva, supérstite, un paseo y la invitación irrenunciable a la poesía de Raúl Henao.
Definición
El poeta
ese hombrecito sudoroso que corre
tras la gente
para soplarle fuego al oído.
Raúl Henao
En Hueco
Una mañana desperté en hueco
No quedaba el más ligero rastro de mi en
la habitación
Mi cuerpo tomaba indistintamente la forma
del objeto que tenía a la mano
No alcanzaba a mirarme en el espejo
Ni siquiera hallaba el fondo de mis bolsillos
Ni un solo cabello desprendido sobre la
sábana muy blanca
Entonces abrí la puerta del cuarto:
...............................................Me había
quedado afuera.
Raúl Henao
A la familia García Jaramillo ó Jaramillo García
Libertad es
una sola sonrisa
amplia y vital
Yaku
se da contra
el mundo
y se levanta
enérgico y decidido
Matías
Es el capitán
de tambores
que nos ha convocado
mientras
arriba
el sol y la lluvia
transan
mañana
a esta hora
los rayos del sol
preludiarán
la llegada de las
gotas
que
tocan el
gran vientre
el gran tambor
que nos sostiene
a nosotros
Wang Wei pasea por las montañas. El invierno es cruel; tal vez por eso, en mi sueño, me sorprende su decisión de abandonar el hogar. Quizá necesita pensar en otra cosa, quizá sólo así pueda descifrar ese último verso, ese huidizo verso que elevará su inconcluso poema a la altura de las obras inmortales.
Camina lento, cavilando, pero no lo suficiente como para abstraerse del mundo. Desconoce lo que busca, siente la necesidad de encontrar algo que nunca ha visto. Se aparta del sendero, lo atrae la visión de un arce deshojado. Bruscamente se detiene, sorprendido por la huella de un tigre en la nieve. Quisiera regresar -la fiera aún puede estar cerca- pero se lo impide un impulso irrefrenable, el deseo de imprimir su nombre junto a la misteriosa huella. Mientras lo hace, le invade la beatitud que prodiga el poema recién terminado.
Regresa a la choza y arroja al fuego el rollo que contiene su poema inconcluso, su imperfecto poema hecho de signos que sólo pueden descifrar los hombres.
Oscar Darío Estévez
***
Agradecemos a los colaboradores voluntarios y a los involuntarios. Las imágenes las encontramos en la internet, igual que el video.
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