domingo, octubre 14, 2007

A propósito de Brasil, de la Capoeira que se joga los domingos y de las parceiras que siempre, siempre nos enseñan y que por tanto y tanto, siempre, siempre, amamos, uma...

Receita de mulher
Vinicius de Moraes, Brasil (1913 - 1980)
de "La vida vivida"
menino e menina > Walfran Guedes
7
Que las muy feas me perdonen,
pero la belleza es fundamental. Es preciso
que haya algo de flor en todo eso,
algo de danza, algo de haute couture
en todo eso (o entonces
que la mujer se socialice elegantemente en azul, como en la
República Popular de China).
No hay término medio posible. Es preciso
que todo eso sea bello. Es preciso que de súbito
se tenga la impresión de ver una garza apenas posada y que
un rostro
adquiera de vez en cuando ese color que sólo se encuentra en
el tercer minuto de la aurora.
Es preciso que todo eso sea sin ser, pero que se refleje y
manifieste
en la mirada de los hombres. Es preciso, es
absolutamente preciso
que todo sea bello e inesperado. Es preciso que unos
párpados cerrados
recuerden un verso de Éluard y que en unos brazos se acaricie
algo más allá de la carne: que se los toque
como el ámbar de una tarde. Ah, y permítanme que les diga
que es preciso que la mujer que está allí como la corola ante
el pájaro
sea bella o tenga al menos un rostro que recuerde un templo y
sea leve como escombro de nube: pero que sea una nube
con ojos y nalgas. Las nalgas son muy importantes, para
no hablar
de los ojos, que deben mirar con cierta maldad inocente. Una boca
fresca (nunca húmeda) es también de extrema pertinencia.
Es preciso que la extremidades sean magras; que unos huesos
sobresalgan, sobre todo la rótula al cruzar las piernas y las
puntas de la pelvis
cuando se ciñe una cintura ondulante.
Gravísimo es sin embargo el problema de las fosas claviculares:
una mujer sin ellas
es como un río sin puentes. Es indispensable
que haya una hipótesis de barriguita, que enseguida
la mujer se alce en cáliz y que sus senos
sean una expresión greco-romana, más que gótica
o barroca,
y puedan iluminar en lo oscuro con una capacidad mínima
de cinco velas.
Es de suma importancia que la calavera y la columna vertebral
se muestren levemente; ¡y que exista un gran latifundio
dorsal!
Que los miembros rematen en astas y que los muslos
tengan cierto volumen:
que sean lisos, lisos como pétalos y cubiertos de finísimo vello,
aunque sensibles a la caricia en sentido contrario.
Es aconsejable en la axila una suave hierba con aroma propio
apenas perceptible (¡un mínimo de productos farmacéuticos!).
Preferibles sin duda los cuellos largos,
de modo que la cabeza dé a veces la impresión
de no tener nada que ver con el cuerpo, y la mujer no evoque
flores sin misterio. Las manos y los pies deben tener elementos
góticos
discretos. La piel debe ser fresca en las manos, , brazos,
lomo y rostro,
pero en las concavidades y huecos, la temperatura nunca debe
ser inferior
a 37º centígrados, pudiendo eventualmente provocar quemaduras
de primer grado. Los ojos, que sean de preferencia grandes
y de rotación al menos tan lenta como la de la Tierra , y
que estén siempre más allá de un invisible muro de pasión
que es preciso transponer. Que la mujer sea en principio alta
o, en caso de que sea bajita, que tenga la actitud mental
de las cumbres elevadas.
Ah, que la mujer dé siempre la impresión de que si cerramos
los ojos,
al abrirlos ella ya no estará presente
con su sonrisa y sus tramas. Que ella surja, no que venga; que
parta, no que se vaya
y que posea una cierta capacidad de enmudecer súbitamente
y nos haga beber
la hiel de la duda. Y, sobre todo,
que no pierda nunca, no importa en qué mundo
ni en qué circunstancias, su infinita volubilidad
de pájaro; y que acariciada en el fondo de sí misma
se transforme en fiera sin perder su gracia de ave; y que exhale
siempre
el perfume imposible; que destile siempre
embriagadora miel; que cante el inaudible canto
de su ardor; que no deje de ser nunca la eterna bailarina
de lo efímero, y en su incalculable imperfección
constituya la cosa más bella y más perfecta de toda la creación
innumerable.


Walfran Guedes > boca de mulher

1 comentario:

Chemas dijo...

Placer y honor que el grande Vinicius, el poeta, el cantor, el adorador empedernido de la mujer esté de pasantía por la Casita... ¡Nossa Senhora de Aparecida!