Poesía nuestra de cada vida...
I
Cabalgando sobre el calor del mundo
Con sus cantos en la noche
Desvaneciéndose sin un grito
El río pasa
Esta noche las tortugas saldrán
Irán formando una sola fila desde la luna hasta el río
Ebrias de libertad
El río se convertirá una vez más en lecho de alas rojas.
II
Semáforos duermen en las calles
Estrellas se transforman en flor
Una luna frenética se desfigura
Entre los sueños de los amantes.
III
Una flor clandestina
Rompe las paredes del suelo
Transfigurando la noche
En volcán artificial.
Zu
Cabalgando sobre el calor del mundo
Con sus cantos en la noche
Desvaneciéndose sin un grito
El río pasa
Esta noche las tortugas saldrán
Irán formando una sola fila desde la luna hasta el río
Ebrias de libertad
El río se convertirá una vez más en lecho de alas rojas.
II
Semáforos duermen en las calles
Estrellas se transforman en flor
Una luna frenética se desfigura
Entre los sueños de los amantes.
III
Una flor clandestina
Rompe las paredes del suelo
Transfigurando la noche
En volcán artificial.
Zu
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Desde mi trinchera
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Ferreira Gullar, un “optimista profesional”
Desde ‘el paramillo’ mi buen amigo malpensante me envío –vía correo humano- los retazos de una entrevista que le hicieran recientemente al “último gran poeta brasileño”, ribete puesto por nada más ni nada menos que el célebre Vinicius de Moraes (Garota de Ipanema) al hasta ahora desconocido (para mí y supongo que para otros congéneres) Ferreira Gullar, o José Ribamar Ferreira, su nombre de pila carioca cuando solamente era reconocido por sus padres y uno que otro amigo fiel. Por fortuna esta no fue la última que concedió.
Comencé a leerla y de inmediato me atrapó como película de Tarantino; asumí cada página con religiosidad, como si se tratara del evangelio de algún profeta apocalíptico, o mejor aún, de un libro de sabiduría. Empiezo a sospechar que este Ferreira Gullar perfectamente puede ser uno más en la ingrata lista de pensadores ocultos de nuestro tiempo, cuya genialidad no será reconocida sino hasta que muera, tristemente, y como ha sucedido con otros de su especie, su grandeza sólo será avalada por las frías cifras de los records en ventas; tal vez encuentre tardíamente su gloria en el olor a formol de un best seller, cuando ya no la busque ni la necesite.
Este anciano próximo a cumplir 76 abriles, con aspecto de Dr. Chapatín, pero serio y sin bigote, de una lucidez mental envidiable, analiza la realidad humana con la claridad que solamente dan los años y el trasegar incesante por la vida. Cerca de las playas de Río de Janeiro, el optimista profesional, como él mismo se proclama, habló de todo, de la vida, de la muerte, del arte, de la televisión, del oficio de ser escritor... de todo, menos de samba y de futebol. Me gusta lo que este visionario transmite por cuanto no es palabrería barata, ni poesía embadurnada con pachulí, simplemente son las palabras de un hombre honesto que habla con la elocuencia de quien dice la verdad, que no pretende más que alumbrar con la luz de la poesía el camino de sus semejantes, la luz que “no nos es dada, que no baja del cielo, sino que nace de las manos y del espíritu de los hombres”.
No pretendo, ni más faltaba, reseñar aquí la vida y obra de Ferreira Gullar, lo que sería un despropósito, pues hasta ahora lo conozco, lo que pretendo más bien, y está a mi alcance, es hacer una pequeña síntesis del reportaje realizado para El Malpensante por el donjuán del periodismo, John Galán Casanova, a manera de invitación voluptuosa para entrar en el mundo de un escritor anónimo para muchos.
Reinventar la realidad, redescubrir el mundo
El modo de escribir condiciona el modo de percibir. Si usted es un poeta parnasiano, ve el mundo parnasianamente, no ve otras facetas de la realidad, ve sólo el mundo que ya está pre-visto en ese estilo literario. Cuando se abandona eso, cuando, como en mi propio caso, se comienza a escribir sin técnica alguna, sin ninguna visión preestablecida, se logra un redescubrimiento del mundo. Como la realidad es inventada, si usted escribe siempre de la misma manera, se acostumbra a inventar de esa manera; pero si logra escribir de otra manera, reinventa.
Tendencia a lo fácil
El saber hacer es importante, pero al mismo tiempo limita la expresión, la inventiva, la creatividad. La tendencia del saber hacer es someter lo que está siendo escrito a la técnica ya existente, entonces lo nuevo que podría nacer allí tiene dificultad para emerger, porque la tendencia nuestra es hacer lo más fácil. En la vida siempre estamos buscando el camino más práctico.
El lenguaje del artista tiene límites
El problema es que hoy en día todo se considera arte. Yo no concuerdo con eso; pienso que la obra de arte implica lenguaje, elaboración, dominio técnico. La vanguardia tiene la obsesión de lo nuevo, de lo nuevo por lo nuevo. Toda obra de arte implica lo nuevo. Pero lo nuevo no necesita ser una chaqueta con tres mangas. Todo lenguaje, cualquiera que sea, tiene un límite de variación. Usted no puede variar el lenguaje más allá de cierto extremo sin destruirlo. Cualquier sistema tiene un número determinado de posibilidades, de variaciones. Y el lenguaje del artista también es un sistema.
Destrucción del arte y de la poesía
Creo que las vanguardias, como tendencias artísticas predominantes del siglo xx, se agotaron. Como crítico y poeta, fui un entusiasta de la vanguardia hasta considerar que, de un punto en adelante, desembocaría en la destrucción del arte y de la poesía. El llamado arte contemporáneo sustituyó la expresión artística, el trabajo creador del artista, por el performance y el happening, donde el artista sustituye a la obra. Es una opción que puede ser interesante o no. En general, no despierta mi interés.
Comencé a leerla y de inmediato me atrapó como película de Tarantino; asumí cada página con religiosidad, como si se tratara del evangelio de algún profeta apocalíptico, o mejor aún, de un libro de sabiduría. Empiezo a sospechar que este Ferreira Gullar perfectamente puede ser uno más en la ingrata lista de pensadores ocultos de nuestro tiempo, cuya genialidad no será reconocida sino hasta que muera, tristemente, y como ha sucedido con otros de su especie, su grandeza sólo será avalada por las frías cifras de los records en ventas; tal vez encuentre tardíamente su gloria en el olor a formol de un best seller, cuando ya no la busque ni la necesite.
Este anciano próximo a cumplir 76 abriles, con aspecto de Dr. Chapatín, pero serio y sin bigote, de una lucidez mental envidiable, analiza la realidad humana con la claridad que solamente dan los años y el trasegar incesante por la vida. Cerca de las playas de Río de Janeiro, el optimista profesional, como él mismo se proclama, habló de todo, de la vida, de la muerte, del arte, de la televisión, del oficio de ser escritor... de todo, menos de samba y de futebol. Me gusta lo que este visionario transmite por cuanto no es palabrería barata, ni poesía embadurnada con pachulí, simplemente son las palabras de un hombre honesto que habla con la elocuencia de quien dice la verdad, que no pretende más que alumbrar con la luz de la poesía el camino de sus semejantes, la luz que “no nos es dada, que no baja del cielo, sino que nace de las manos y del espíritu de los hombres”.
No pretendo, ni más faltaba, reseñar aquí la vida y obra de Ferreira Gullar, lo que sería un despropósito, pues hasta ahora lo conozco, lo que pretendo más bien, y está a mi alcance, es hacer una pequeña síntesis del reportaje realizado para El Malpensante por el donjuán del periodismo, John Galán Casanova, a manera de invitación voluptuosa para entrar en el mundo de un escritor anónimo para muchos.
Reinventar la realidad, redescubrir el mundo
El modo de escribir condiciona el modo de percibir. Si usted es un poeta parnasiano, ve el mundo parnasianamente, no ve otras facetas de la realidad, ve sólo el mundo que ya está pre-visto en ese estilo literario. Cuando se abandona eso, cuando, como en mi propio caso, se comienza a escribir sin técnica alguna, sin ninguna visión preestablecida, se logra un redescubrimiento del mundo. Como la realidad es inventada, si usted escribe siempre de la misma manera, se acostumbra a inventar de esa manera; pero si logra escribir de otra manera, reinventa.
Tendencia a lo fácil
El saber hacer es importante, pero al mismo tiempo limita la expresión, la inventiva, la creatividad. La tendencia del saber hacer es someter lo que está siendo escrito a la técnica ya existente, entonces lo nuevo que podría nacer allí tiene dificultad para emerger, porque la tendencia nuestra es hacer lo más fácil. En la vida siempre estamos buscando el camino más práctico.
El lenguaje del artista tiene límites
El problema es que hoy en día todo se considera arte. Yo no concuerdo con eso; pienso que la obra de arte implica lenguaje, elaboración, dominio técnico. La vanguardia tiene la obsesión de lo nuevo, de lo nuevo por lo nuevo. Toda obra de arte implica lo nuevo. Pero lo nuevo no necesita ser una chaqueta con tres mangas. Todo lenguaje, cualquiera que sea, tiene un límite de variación. Usted no puede variar el lenguaje más allá de cierto extremo sin destruirlo. Cualquier sistema tiene un número determinado de posibilidades, de variaciones. Y el lenguaje del artista también es un sistema.
Destrucción del arte y de la poesía
Creo que las vanguardias, como tendencias artísticas predominantes del siglo xx, se agotaron. Como crítico y poeta, fui un entusiasta de la vanguardia hasta considerar que, de un punto en adelante, desembocaría en la destrucción del arte y de la poesía. El llamado arte contemporáneo sustituyó la expresión artística, el trabajo creador del artista, por el performance y el happening, donde el artista sustituye a la obra. Es una opción que puede ser interesante o no. En general, no despierta mi interés.
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Imaginación, la clave
Independientemente de que usted quiera o no, tener que confirmar la precariedad, la pérdida de todo, es algo que pesa en la vida. Soy una persona lúcida y trato de ver los hechos con objetividad, pero son demasiadas cosas. Hay que tener una fuerza de imaginación muy grande para vivir en paz, para seguirle atribuyendo sentido a la vida. Pero soy un optimista profesional, en lo posible intento mirar las cosas por el lado menos peor.
Vida con sentido
Ahora, particularmente no tengo miedo de morir. Por mí no me preocupo, la muerte no tiene ningún problema, es la paz absoluta. La muerte existe para los otros, no para quien muere. Es un acontecimiento de los otros, no suyo. Me pregunto sinceramente: ¿valdrá la pena vivir tantos años? La vida es vida en cuanto tiene un mínimo de sentido, de posibilidades de ser feliz. El sufrimiento es la peor cosa que existe. Todo cuanto hacemos es para superar el sufrimiento. El arte, a propósito, es eso: un intento de crear alegría, de darle sentido a la realidad.
La tragedia del mundo por televisión
Para bien o para mal, la televisión y demás medios de comunicación masiva determinan la vida moderna. Ese fenómeno de la sociedad del espectáculo, del culto a la novedad, de la noticia por la noticia. Hay un exceso de información. Son noticias sin cesar de terremotos, suicidios, atentados, que te anulan, porque no hay modo de participar, de ser solidario. Somos víctimas de la noticia horrible, hiriente. Asistir a la tragedia del mundo por televisión se volvió un divertimento. ¡Es terrible! Todo se vuelve una fiesta, un espectáculo interminable que no importa si tiene o no consistencia, si tiene o no algún valor. Lo peor es que se reduce drásticamente el tiempo de reflexión que permite a la gente valorar y cuestionar la realidad.
El eterno cuestionamiento infinito
El otro día venía en carro para acá. Había una nube grande bajo el sol, era el último instante de sol antes del anochecer, aquella esfera de fuego entre la nube y el horizonte. Me quedé mirando esa estrella, esa cosa gigantesca que está a millones de kilómetros de distancia, pulsando, pulsando, ¡explotando! ¿Qué sentido tiene eso? ¿Qué es un ser humano delante de eso? Y el sol es apenas uno entre millones de soles que existen en la Vía Láctea. ¿Qué es el ser humano ante tamaña inmensidad? Es algo fuera de toda capacidad de entendimiento.
Independientemente de que usted quiera o no, tener que confirmar la precariedad, la pérdida de todo, es algo que pesa en la vida. Soy una persona lúcida y trato de ver los hechos con objetividad, pero son demasiadas cosas. Hay que tener una fuerza de imaginación muy grande para vivir en paz, para seguirle atribuyendo sentido a la vida. Pero soy un optimista profesional, en lo posible intento mirar las cosas por el lado menos peor.
Vida con sentido
Ahora, particularmente no tengo miedo de morir. Por mí no me preocupo, la muerte no tiene ningún problema, es la paz absoluta. La muerte existe para los otros, no para quien muere. Es un acontecimiento de los otros, no suyo. Me pregunto sinceramente: ¿valdrá la pena vivir tantos años? La vida es vida en cuanto tiene un mínimo de sentido, de posibilidades de ser feliz. El sufrimiento es la peor cosa que existe. Todo cuanto hacemos es para superar el sufrimiento. El arte, a propósito, es eso: un intento de crear alegría, de darle sentido a la realidad.
La tragedia del mundo por televisión
Para bien o para mal, la televisión y demás medios de comunicación masiva determinan la vida moderna. Ese fenómeno de la sociedad del espectáculo, del culto a la novedad, de la noticia por la noticia. Hay un exceso de información. Son noticias sin cesar de terremotos, suicidios, atentados, que te anulan, porque no hay modo de participar, de ser solidario. Somos víctimas de la noticia horrible, hiriente. Asistir a la tragedia del mundo por televisión se volvió un divertimento. ¡Es terrible! Todo se vuelve una fiesta, un espectáculo interminable que no importa si tiene o no consistencia, si tiene o no algún valor. Lo peor es que se reduce drásticamente el tiempo de reflexión que permite a la gente valorar y cuestionar la realidad.
El eterno cuestionamiento infinito
El otro día venía en carro para acá. Había una nube grande bajo el sol, era el último instante de sol antes del anochecer, aquella esfera de fuego entre la nube y el horizonte. Me quedé mirando esa estrella, esa cosa gigantesca que está a millones de kilómetros de distancia, pulsando, pulsando, ¡explotando! ¿Qué sentido tiene eso? ¿Qué es un ser humano delante de eso? Y el sol es apenas uno entre millones de soles que existen en la Vía Láctea. ¿Qué es el ser humano ante tamaña inmensidad? Es algo fuera de toda capacidad de entendimiento.
3 comentarios:
¿Hojas o gotas?
¿Qué son tus palabras?
Gotas, rocío, miligramos de océanos infinitos... O, son hojas, pétalos, semillas de bosques vírgenes?
Sean lo que sean, te cuento niña: este jardín necesita nutrirse de ellas.
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Doña Zú, por Dios, q son estas horas de llegar a La Casita! Pero bueno, dicen por ahí q más vale tarde q nunca. Y me parece q ha entrado por la puerta grande, pisando fuerte pero sin hacer tanto ruido, como es zu estilo, mostrando credenciales de poeta (ojo: poeta, más no poetiza. Ese término es algo despreciativo). Ahora la pregunta es: ¿cuándo volverá a enseñarnos un poco más de esa poesía q con tanto recelo atesora debajo del colchón? Don´t be afraid! Hay q dejar el miedo escénico! Yo creo q debería con más frecuencia poner zu mano en este jardín, transplantarle algunas flores para q ese delicado olor a néctar inunde la casa entera, y rescatar la belleza desperdiciada en las amarillentas hojas de un cuaderno inédito.
CON TU PUEDO
Y MI QUIERO
VAMOS JUNTOS COMPAÑERO!!!
llenemos de colores las estrellas, de aromas el horizonte, de verde nuestras almas... Volemos junto a nuestra casita.
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